En pintura, el cuestionamiento acerca del formato convencional del “cuadro” –que ya lleva más de un siglo- ha llevado al lenguaje pictórico a revisar sus propios límites. La “salida del cuadro” ha significado cambiar materiales, soportes y formatos, pero una de las reflexiones que sigue estando presente en la producción contemporánea es cómo la pintura se relaciona con el lugar en el que se instala y se exhibe.


Pero la operación más interesante sigue siendo la que busca establecer una relación específica entre la obra y el lugar en el que será instalada, una interdependencia que implica pensar el espacio con su identidad previamente dada y producir un trabajo que –tanto por coherencia o paradoja- genere un diálogo formal en el que el espectador se vea envuelto.


“DESVELO” trabaja justamente con esa dimensión reflexiva que obliga a cambiar procedimientos, escalas y materialidades para integrar la obra y el lugar. El Centro Cultural Recoleta es, bastamente, un espacio transparente, con gran presencia a la calle a través de sus ventanales y, por eso mismo, con una materialidad difícil de manejar al momento de pensar una obra visual. Angela Wilson abordó el problema dispuesta a cambiar todos sus procedimientos, haciéndose cargo de la transparencia como propiedad absoluta del lugar y trasladándola a su taller como concepto.


Su trabajo pictórico, antes lleno de capas cubrientes de pintura, ahora cedió ante la exigencia de transparencia dictada por la arquitectura, y la pintura se volvió acuosa, leve y translúcida. En vez de esmalte sintético, ahora aparecen acuarela y tinta. En la suma de lecturas de revés y derecho, de afuera hacia adentro, recién la obra está completa. El espectador, en medio de la luz y la transparencia , puede leer los signos, a veces meramente gráficos o a veces representacionales (como las manchas descifrando un puente). En el viaje que Angela Wilson se propuso para representar la atmósfera de La Chimba, en el recorrido de su taller desde Bellavista hacia Recoleta, en la memoria del Mapocho atravesando la ciudad, hay una operación metafórica que cruza todo: la de revelar y resguardar, como si en las ganas de conservar y guardar para siempre existiera la delicada intención de develar a medias. No todo puede decirse, por eso revelar es distinto a develar.





Paz Castañeda, Viña del Mar, Septiembre 2010